¡Ah, crear un blog y creerte Virginia Woolf! Esa fase gloriosa en la que abres un WordPress, escribes tres entradas y ya estás mirando balcones con melancolía, diciendo frases como “yo escribo porque me duele el alma”… mientras tomas café en una taza de Mr. Wonderful.
Publicas un post tipo “El vacío de los domingos” y piensas: “Esto lo leería Simone de Beauvoir llorando con una copa de vino.” En realidad te han leído tres personas: tu madre, tu amiga Marta y un señor de Cuenca que llegó por error buscando recetas de croquetas.
Y claro, te das cuenta de que no puedes parar: abres secciones, pones frases en cursiva, te inventas categorías como “reflexiones al borde del abismo” cuando lo más cerca que estuviste del abismo fue quedarte sin cobertura en el baño.
Y si alguien te comenta “me gustó tu entrada”, tú ya: “Gracias, es solo un espacio donde dejo fluir mi verdad.” ¡Tranquila, Virginia, que tampoco estamos escribiendo Las olas, es una reflexión sobre tu ex y un bizcocho de yogur!
Pero lo mejor de todo es la actitud. Porque tener un blog es gratis, sí… pero creerte escritora maldita por tenerlo no tiene precio.
En resumen: haz tu blog, escribe, brilla. Pero si en la bio pones “escribo para no morir”, recuerda que también puedes escribir para pasar el rato y reírte un poco… sin necesidad de invocar a Virginia cada martes.
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